Pondré un ejemplo muy ilustrativo: mi vecina. Mi vecina podría ser una persona normal, es divorciada (a mí me gusta más decir que es repudiada, creo que va más con su carácter), vive sola (me gusta decir abandonada, va más con su carácter). Ultimamente se ha agenciado un perro, se lo ha debido recomendar su psicoterapeuta. El pobre perro no es feliz. Todos sabemos que los perros son alegres, tristes, se deprimen. El de ella está triste. Pobrecillo, cuando lo saca a pasear se lo coloca tipo bolso debajo de la axila, luego lo suelta un poquito, para que haga sus cosas, eso sí. Y rapidito, vuelta a casa, donde el pobre animal pasa sus días ladrando... creo que es para que me dé cuenta de su existencia y escriba sobre él. Lo que quiero contaros es que allá donde hay un triste y amargado, los de alrededor se vuelven tristes y amargados.
Además, mi vecina me atrajo a mí y ni que decir tiene que mi pobre persona le resulta absolutamente antipática.
3 comentarios:
Pobre perrito... Acércate a él para que se alegre un ratito... Eso sí, cuando se aproxime ella... echa a correr.
Beso nube.
El problema es que el pobre perro, al final se acaba pareciendo a su dueña, o era al revés?
La vida es demasiado corta para tener que ir alegrando a perros ajenos...
Huye. Hay gente que no es feliz, ni capaz de serlo y siente la necesidad de que los demás estén en la misma situación.
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